Vergüenza Vs Creatividad

Tal vez una de las cosas que más me gusta hacer es compartir diferentes puntos de vista sobre un mismo tema, ver otras formas de ser, es decir, nutrir en conversaciones respetuosas y francas la forma de ver la vida. Una de las motivaciones para escribir este blog es la certeza de que conversar sobre los aspectos de nuestra vida que se consideran obvios nos ayuda a entender que hay mucha gente que comparte las mismas inquietudes y que las afronta de maneras distintas. Les propongo empezar la conversación con uno de esos temas que asumimos como naturales: la vergüenza de nosotros mismos.
La sociedad nos ha enseñado qué nos debe avergonzar. Por ejemplo, hacer trampa en un examen, hacerle daño a alguien, lucrarse con el trabajo ajeno, decir mentiras, manipular a otros.

Esa vergüenza por no haber respetado a otros nos sirve para intentar resarcir el daño o para aprender a no repetir el daño. Curiosamente también hemos aprendido a sentir vergüenza de algunas cosas inútiles. En la sociedad en que vivo nos enseñan a sentir vergüenza de la propia vida y a pensar que esto es una virtud.

A través de sutiles formas nos han indicado que es necesario pensar en qué dirán los demás si te casas, si no te casas, si te separas o vuelves con tu ex, si tienes hijos o no, si estudias finanzas o literatura, si te dedicas a lo que estudiaste o si decides vender empanadas a falta de empleo. Nos enseñaron a sentir vergüenza ante los demás si se nos nota que no tenemos dinero para estar a la moda, o que estamos envejeciendo, si nuestro equipo perdió el partido o si nuestro candidato perdió las elecciones. Es decir nos han enseñado a tener vergüenza de estar vivos. Sentir vergüenza por vivir situaciones diversas, algunas no deseables como estar enfermo o perder el empleo, hace de la vida una carga pesada, nos produce angustias innecesarias, nos paraliza y nos impide desarrollar nuestra creatividad.

¿Por qué es útil conversar sobre esto? Porque así como sentir vergüenza nos ayuda a no repetir el error, hablar sobre la “vergüenza inútil” nos ayuda a liberarnos de ella y de las talanqueras que nos autoimponemos a la hora de intentar lo que siempre hemos deseado hacer pero que no hacemos, por vergüenza.

Por ejemplo, una frase que se ha vuelto mi mantra para ayudarme a vencer el miedo a avanzar en mis nuevos emprendimientos a mis casi 50 años es “Too old…just an excuse”. Demasiado vieja, es sólo una excusa. No soy una jovencita, pero eso no me impide tener sueños y trabajar para lograrlos.  

Les invito a compartir en los comentarios cómo aprendieron a sentir “vergüenza inútil”, de la que necesitamos deshacernos o cómo han aprendido a liberarse de ella.

Les comparto además un texto breve de Cien años de soledad que habla de esas vergüenzas inútiles que nos impiden avanzar:
El negocio de repostería y animalitos de caramelo, que Santa Sofía de la Piedad mantenía por voluntad de Úrsula, era considerado por Fernanda como una actividad indigna, y no tardó en liquidarlo. Las puertas de la casa, abiertas de par en par desde el amanecer hasta la hora de acostarse, fueron cerradas durante la siesta, con el pretexto de que el sol recalentaba los dormitorios, y finalmente se cerraron para siempre.”

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